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  • Fecha de creación 21 febrero 2022
  • Última actualización 5 abril 2023

Todos los días que precedieron al 23 los gasté en preparar mis instrumen- tos y en hacer en Quito observaciones diversas para que me sirviesen de término de comparación en lo sucesivo. Armado de un barómetro portátil, algunos tubos de él, termómetros, dos agujas, el cuarto de círculo de Bird que compré al Barón de Humboldt, otro pequeño, dos brújulas, dos mi- croscopios, un gnomon etc., y de algunos libros de Botánica y Astronomía, papel para esqueletos, y mis reactivos químicos, partí de Quito el 23 acom- pañado de D. Manuel de Aguilar, cadete abanderado, de las compañías de esta ciudad, joven de bellísima índole, educación y amante a instruirse en mis ramos. Este bello joven ha tenido la bondad de acompañarme en mis más penosas observaciones, y en todas las que exige a un co-oboservador, y yo no correspondía a las leyes del reconocimiento, sino le diese este testimonio público de mi amor y de mi agradecimiento.

Los 15 días que precedieron al 23 fueron de los más bellos, y la tarde del 24 comenzó a tronar al sur de Quito, por la noche llovió mucho entre de 7 y 8, y el 25 amaneció nubladísimo, húmedo y lloviznando. Yo creí que se me dañaba el tiempo y con él mis miras y proyectos científicos que me preparaba a verificar. La maleza de los caminos, la incomodidad de la lluvia, y, sobre todo, la ocultación de las altas montañas por las nubes eran unos obstáculos reales para levantar mi carta topográfica de los países que iba a atravesar. Todo estaba preparado y no me podía detener, y salí ya avanzado el día y hallé que se descubrían todas las cimas nevadas de Pitchincha, Ylinisa, el Corazón, Sincholagua, Cayambe, Cotacache etc., que una nube igual o superior a la cima de estas montañas cubría todo el cielo y nos proporcionaba el más bello día para mis operaciones topográficas. Comenzamos a atravesar el ejido de Quito que está al norte de Quito; es un llano casi nivel, como de dos leguas de largo y un cuarto de ancho. (Cuando haya obrado más por menor aquí podré asignar su verdadera extensión). Lo llaman el ejido absolutamente y también Rumi-pamba, pero este último nombre no abraza toda la extensión de esta explanada y no conviene sino a un trozo medio que está sembrado de piedras y en qué se ven dos o tres lechos como si fuesen de arroyos. Este trozo pedregoso está al frente de una grande hendidura de Pictchincha y que anuncia han sido arrojadas por este volcán en algunas de sus erupciones. No se ve una piedra ni al norte ni al sur de este lugar, que ha merecido el nombre de Rumi-pamba (llano de piedra). Ulloa parece que le da este nombre a toda la llanada, y creo padeció equivocación. Esta bella llanura está sobre las faldas de Pitchincha; al oriente tiene una especie de conden o cresta que la termina, y no derrama sus aguas sino por una hendidura en frente de Rumi-pamba; otra menor tiene más al norte.

Autor: Jorge Gómez Rendón

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