Demografía y asentamientos indígenas (II)

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  • Fecha de creación 8 junio 2021
  • Última actualización 5 abril 2023

Salvo muy contadas excepciones (Rodríguez Aguayo, (1965 [1570]: 203-204), hay prácticamente consenso general en admitir y señalar una fuerte disminución de población indígena, como consecuencia de la conquista española.1 Iremos anotando las causas tanto generales como particulares que explican este proceso. El análisis de las fuentes nos lleva al convencimiento de que esta declinación fue muy fuerte hasta por lo menos 1575-1580, fecha en que las autoridades españolas habían tomado providencias para evitar la total desaparición del indígena que, particularmente en la costa, presentaba caracteres alarmantes. A ello contribuyó la Reforma de 1540 que establecía el pago de tributo en mercaderías en lugar del servicio personal, así como la reglamentación del tributo. Esta fue una de las primeras medidas tomadas por la Audiencia de Quito, luego de su instalación (1563). Se fijaba para en adelante un tributo anual de 3 pesos y dos tomines para las provincias de Quito y Loja, la mitad pagable en oro y la otra mitad, en productos de la tierra.

De acuerdo al mismo Phelan, la encomienda y sus consecuencias inmediatas para el indígena comienza a suavizarse entre los años 1570-1580, iniciándose un proceso de recuperación de los indígenas de encomiendas de la Corona:

"By 1570' s and 1580' s, the encomienda in Quito had become "tamed" to use Lesley Byrd Simpson's phrase, into a notto-onerous head tax on the Indians; it served as a convenient source of pensions for the Crown and a desiderable supplementary income for some of the well —to—do citizens. Tlie number of Indians in the Crown encomienda tended to increase between 1575 and 1625. Concomitantly, prívate encomiendas deciined. (Phelan, 1967: 60; subrayado nuestro)

En nuestro análisis estadístico, percibiremos, efectivamente, un importante repunte de la encomienda de Otavalo, confiada, después de la muerte de Rodrigo de Salazar, a la Corona Real. Por desgracia, fueron muy escasas en nuestra zona las encomiendas de la Corona, perteneciendo, casi todas, a vecinos de Quito.

En efecto, de las aproximadamente 20 encomiendas reseñadas por el Corregidor de Otavalo para 1582, sólo 4 estaban por entonces en la Corona Real (Cfr. Larrain & Pardo, 1977: 84, Cuadro 2). Por entonces, la gran encomienda de Otavalo estaba aún en manos de Rodrigo de Salazar.

 

Autor: Horacio Larraín Barros